Acaba de terminar esta Jornada que pretende generar un espacio de diálogo en torno a las percepciones que tiene la sociedad sobre la emergencia climática, las emociones que nos genera, así como el papel que ha jugado y juega la comunicación sobre el cambio climático en estas emociones.
Las emociones tienen gran influencia en nuestras conductas; trazan los caminos que conforman las maneras de pensar, de reaccionar, de tomar decisiones y de vincularnos con el mundo, un mundo cambiante que nos pone ante el reto de un planeta en calentamiento con cada vez menos margen para la civilización actual. En este sentido, diversos estudios han constatado cómo las personas que ante este fenómeno experimentan emociones fuertes como la ira, la rabia o la indignación manifiestan mayor activismo climático, mientras que otras emociones como el miedo, la esperanza, la tristeza o la culpa, tienen efectos más débiles o mixtos para conseguir la movilización ciudadana.
Términos como ecoansiedad, el miedo constante al cambio climático y sus repercusiones sobre los seres vivos y el planeta; o solastalgia, el conjunto de trastornos psicológicos que se dan en un individuo o una población tras cambios destructivos en su territorio, van a ser cada vez más frecuentes. Y preocupa especialmente el malestar emocional que el cambio climático pueda generar entre los más jóvenes. ¿Qué podemos hacer para convertir esa preocupación por el medio ambiente en acción climática? ¿En qué fallamos al comunicar el cambio climático?
#PAEASLaRioja
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